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La Apuesta

Nervios a flor de piel, verano a la vuelta de la esquina

Perdón a los poquitos que seguís esta historia por habeos abandonado estas dos semanas.

Me veo obligada a contestaros dos preguntas cruciales:

1. ¿Qué narices has estado haciendo que nos has olvidado?

Esta es fácil. Me temo que tremendamente fácil. He estado sin Internet. Lo sé, lo sé. Escusa típica que se suele decir cuando el bloguero se ha quedado sin argumentos. ¡Pero es que es así! ¡Lo siento yo más que nadie!

2. Vale, cariño, vé al grano. ¿Se ha roto la apuesta durante este tiempo?

Veamos... se ha roto otra cosa que no es la apuesta. Mi relación con Jose ya no existe. Supongo que al leer estas líneas no podréis evitar que vuestro duendecillo del hombro izquierdo os susurre: "claro, cómo se va a mantener una relación sin sexo".

Mi duendecillo ya se planteó eso hace tiempo. Pero gano el del lado derecho, que me insinuó que cuando no nos apetecía hacerlo es porque en el fondo había un problema de orden mayor. Creo que éste último es el argumento clave.  No es normal tantos celos por mi parte, ni tampoco tanta independencia por la suya. No se puede sacar amor de donde no lo hay, y hasta que no hice esta apuesta no me di cuenta.

3. ¿Pero sigue ahora el blog o no sigue?

No lo sé, creo que todo depende de que mi vida sea lo sufucientemente interesante. No me apetece aburríos con los típicos "¿por qué ha fallado mi relación?". Yo misma lo descubriré este verano y a la vuelta os lo cuento... o no...

La camiseta nueva

La camiseta nueva

Estamos a la mitad del segundo fin de semana S.S. (sin sexo).  El viernes, Jose "tuvo" que hacer unas prácticas en casa de Ana. Se conocen desde pequeños, así que puedo adivinar la bonita estampa de reencuentro con su familia.

-¡Jose!-diría su padre- ¡cuanto tiempo hace que no te vemos por aquí!

-Yo sé muy bien a qué se debe tu ausencia -añadiría su madre-, me han comentado que tienes una amiga especial.

¿Amiga especial? ¿Cómo que amiga especial? Soy LA amiga, su novia, la chica a la que vuestra querida hijita martiriza con ser tan tremendamente amable y antenta con Jose.

Después de estas palabras, Ana y su madre pondrían la mesa mientras Jose y el padre de mi amiga del alma continuan charlando.

-Dime, Jose. ¿Qué tal le va a tu padre? La última vez que lo vi, andaba tras un negocio interesante.

-¿El tema de la consulta médica virtual? -contestaría Jose-, al final salió adelante.

-El ingenioso Jose -padre-... siempre innovando. Aun  recuerdo nuestros años de universidad, un alumno realmente brillante.

No me consta que los padres de Jose y de Ana se conozcan, ni siquiera que fueran compañeros de carrera, pero teniendo en cuenta los años que se conocen estos dos, dudo que la escena que se montó en mi cabeza distara mucho de la real. Lo cierto es que Jose me llamó, cansado, al final de la tarde. No tenía mucho tiempo para que nos viéramos, le habían agotado mucho las "prácticas" con Ana.

-De acuerdo -me resigné-, pero solo dime una cosa: ¿qué ropa has llevado puesta hoy?

-Pues la camiseta nueva y...

-¿¿La camiseta nueva?? -interrumpí- ¿Te has puesto la camiseta nueva para ir a verla? ¡Te dije claramente que esa camiseta te marca de forma exagerada los avances del gimnasio! Es más, refleja cada uno de los minutos que te has pasado haciendo máquinas, no me digas que no.

-Hombre-me contestó Jose, empezando a tener miedo de mi reacción-, sí que me viene un poco más entallada que las camisetas que acostumbro a llevar, pero no veo el problema...

-¡Claro! ¡Porque no crees que lo haya!

-Pues ya que no lo veo, explícame tú dónde está exactamente.

-Está en que ella verá lo fuerte que se te han puesto los brazos; su madre se sentirá orgullosa de que su hija tenga un amigo tan inteligente y, al mismo tiempo, tan atractivo; su padre recordará las veces en que tu padre le salvó el pellejo dejándole los apuntes una semana antes del examen; es más, seguro que el tío de Ana accedió a su magnífico trabajo gracias al enchufe de tu abuelo.

-Y esa ilusa historia, ¿que tendría que ver con la camiseta nueva? -me preguntó, más cansado que enfadado.

-Por favor, vaya pregunta más tonta. El traje del bautismo del tío y el del padre de Ana fueron beige, al igual que el color de la dichosa camiseta. Lo peor es que el mismo vestidito se lo bordó la costurera que le había hecho el traje de novia a tu madre. Está claro, estáis destinados a casaros juntos y tener tres hijos: Ana, Jose y Lucía. A la pequeña le pondríais ese nombre precisamente para tocarme las narices.

-Nena -me intentó explicar mi novio, con un tono que denotaba cierta diversión-, ¿te das cuenta de la paranoia que te has montado porque fuera a pasar una tarde horrible frente al ordenador con Ana, cuando lo que querría es estar rompiendo nuestra apuesta? 

Empecé a darme cuenta de mi actitud infantil conforme las ganas de que me tragara la tierra se iban haciendo más intensas.  Le pregunté que si de verdad le gustaría que se hubiera acabado ya la apuesta.

-Así mataría dos pájaros de un tiro-contestó-: te obligaba a dejar de criticar a Ana y te demostraba todas las nuevas ideas que se me han ido ocurriendo en estas dos semanas.

Decidí no preguntar. No creo que esté preparada todavía para perder esa apuesta. O, mejor dicho, que esté preparada para cumplir mi palabra en el caso de perderla.

La contraapuesta

Hoy hace justo una semana que inauguré este blog. Llevo siete días de apuesta y hasta ayer no confesé a mis amigas el jueguecito. 

Carmen lleva desde los 17 años con su novio, no ha tenido ninguna relación duradera aparte. Aun así, tiene una enorme dependencia con el sexo.

-Yo sería incapaz de hacer algo así -fue lo primero que me dijo-. Sin sexo, ¿cuál es el sentido de tener pareja?.

-¿Estás diciéndonos -replicó Laura, de la cual la más precisa y breve descripción que puedo dar es "virgen a los 21"- que llevas cuatro años saliendo con un chico sólo por tener sexo seguro? ¿Debemos interpretar que no estás realmente enamorada de Juan?

-Interprétalo como quieras. Yo solo digo que no les doy más de dos semanas.

-Pues yo tengo fé en Lucía. Esto durará hasta que su novio no aguante. ¿A que sí, Lucía?

-Personalmente -contesté-, no creo que yo misma consiga llegar a la semana que viene.

Primera apuesta perdida. Espero que sea la última.  

Encuentro tórrido. A punto de tirar la toalla.

Ayer Jose no tenía clase y decidió aparecer por sorpresa en mi facultad. Estoy un poco mosca con él por asuntos que no vienen al caso, así que pensaba que no ibamos a tener conversación alguna. Pero no fue así, salimos a dar un paseo por el campus y fue... UNA TORTURA.

Todos los pajarillos habían decido ponerse a cantar, las mariposas a pasar al rededor de nosotros, las flores tenían más colores que nunca... Pensé que, de un momento a otro, iba empezar a sonar la BSO de Ghost. Lo peor, Jose había estado esa mañana en el gimnasio y tenía el brazo hinchadísimo. Le daba por apretarme fuerte contra él, por besarme en el cuello en ese jardín tan apartado de todo el mundo, con nuestro banco rodeado de setos y oculto de cualquier mirón. Ni siquiera sabía que existía esa zona del campus.

Una de nuestras fantasías frustradas no llevadas a cabo -aun- es hacerlo en los baños de una facultad, biblioteca o similares. Desde luego, ayer era el día propicio para llevarla a cabo. Empezó a tocarme el sexo y a susurrarme al oido que la humedad que palpaba estaba enfadada conmigo por no haber contado con ella a la hora de apostar. Yo también pude descubrir que su pene estaba enfadado con Jose, pero en ese momento la palabra "enojo" no era precisamente la que lo describía. Yo apostaría por "dureza", mas bien. Seguimos besándonos y tocándonos un rato y continuó con el ataque ofensivo mediante susurros. Cuando estaba apunto de ceder, me dijo "¿Qué tal si vas pensando en un diminutivo cariñoso para dirigirte a Ana?".

Me levanté de un salto, se me había pasado cualquier tipo de calentón al escuchar el nombre de Ana en ese momento.

-¿Qué tal si te vas buscando la línea de autobuses que más cerca te pilla de mi casa? -dije.

Intentó arreglarlo, pero aunque el hubiera decidido retirarse de la apuesta en ese momento, yo no hubiera tenido la más mínima gana. Fuimos a tomar unas cervezas bien frescas en la cantina para que se le terminara de pasar el calentón. Ahí acabamos, rodeados de estudiantes comentando la inminencia de sus exámenes, cuando podíamos estar montándonoslo en los baños.

Notas aclaratorias

Notas aclaratorias

Perdón por ser tan escueta en un primer momento. Necesitaba soltarlo y así lo hice. Si lo cuento a mis amigas, me será más difícil aun aguantar esta absurda apuesta que, no obstante, se ha convertido en un reto personal.

Mi nombre es Lucía. Soy una universitaria de 20 años . Llevo once meses con mi novio y acabamos de tener la idea más estupida después de la de salir juntos: propornernos sobrevivir el mayor tiempo posible sin sexo. Hasta que uno de los dos no aguante más. Como toda buena apuesta, existe un premio. Si yo "caigo" primero, empezaré a tratar amablemente, e incluso a quedar con ella para hablar de nuestras cosas, a su compañera del alma desde el colegio hasta nuestros días: Ana, esa chica perfecta, la que le hace un favor al mundo con pisarlo cada día. Rubia guapa, inteligente, amable, cariñosa, ... Me tengo que despachar bien, no vaya a ser que pierda, ¿de acuerdo?

Si Jose (así se llama el sujeto en cuestión) decide que no aguanta más, deberá venir a verme todos y cada uno de los días que dure la época de exámenes. El esfuerzo de esto reside en que yo vivo en una urbanización de las afueras de la ciudad. Me toca siempre a mí acercarme al centro y rara vez el señorito se digna a coger el autobús (con 21 añitos y no le pide jamás el coche a su padre).

Ya de antes de empezar la apuesta llevábamos dos semanas sin hacer el amor. Esto pone aun más difícil el reto. Además, en época de exámenes los dos hemos necesitado siempre ese "suplemento adicional" que supone el sexo. Cuando ya has abusado demasiado del café, es lo más sano y efectivo.

Intuyo que este cuaderno de a bordo me servirá de ayuda a la hora de expresar lo que me pase por la cabeza, unas veces en un tono demasiado elevado y otras a punto de unirme a los happines y reivindicar al mundo entero que amen a Lauran pero esperen al matrimonio.

En fin, espero mensajes de ánimo y algunos consejillos. Sólo me queda por decir:

¡Que gane el más frígido!

¿Será verdad que lo llaman "amor" cuando lo que quieren decir es "sexo"?

¿Será verdad que lo llaman "amor" cuando lo que quieren decir es "sexo"?

Lunes, 29 de Mayo de 2006. 17 horas

Conversación telefónica con mi novio.

-No, mañana no puedo quedar. En general, estos días voy a estar bastante pillado de tiempo.

-Entonces, ¿esta semana tampoco follamos?

-Chica, qué directa... No sé, tal vez para eso pueda sacar un rato.

-¿"Para eso" si? ¿Te das cuenta de que por mí no eres capaz de hacer el miserable esfuerzo de buscar un par de horas entre práctica y práctica y para tu pene sí?

-Mujer, tampoco lo mires así. Digamos que hacer un esfuerzo para lo segundo tiene una mayor recompensa. Mi mente después está tremendamente despejada. Después me siento como si no hubiera tocado un libro en meses. Míralo como una inversión para el futuro con la que, además, disfrutas.

-¿Me estás diciendo que si no tienes relaciones sexuales no estudias bien?

-No, perdona. La que no es capaz de concentrase si previamente no ha tenido sexo eres tú. Me acabas de preguntar que cuánto va a durar la tortura que ya se prolonga una semana.

-Me he limitado a preguntar. Era por curiosidad de saber si acaso podías esperar otra semana a dos velas.

-¿Que si puedo aguantar? Por supuesto, te recuerdo que yo tengo recursos alternativos. Apuesto a que tú acabarías rogándome un encuentro antes que yo a ti.

-¿Én serio lo crees?

-Totalmente en serio.

-Pues por mí puede empezar ahora mismo la apuesta.

-De acuerdo.